domingo, 28 de febrero de 2010

HOLA DE NUEVO!

Estimado amigos y lectores del Blog La Honduras Posible:
Con mucho entusiasmo regreso a este espacio, luego de una prolongada ausencia provocada por un problema de salud que, gracias a Dios, se ha ido resolviendo muy favorablemente. Agradezco muchísimo a aquéllos que han estado pendientes de mi evolución y que me han animado a retomar estos escritos.

En este día reactivo en este blog mi análisis político sobre la realidad de Honduras, siempre con la intención de propiciar la discusión sana y desapasionada, que nos permita encausarnos hacia un país más desarrollado, más junto y más sostenible. He escogido la fecha en que se cumplen los primeros 30 días de gobierno de Porfirio Lobo Sosa para escribir los primeros artículos. Estos se estarán enfocando en dos ámbitos: el interno y el externo.

En el ámbito interno, analizaré las principales medidas que ha tomado el nuevo Presidente y la dirección que muestran en la que se enrumbará el país bajo esta administración. Esa es la primera nota que podrán leer a partir de hoy, titulada “Honduras regresa a la normalidad”.

En el ámbito externo, pronto estaré subiendo análisis sobre las actividades del actual gobierno para normalizar las relaciones bilaterales y multilaterales del país con la comunidad internacional, así como análisis sobre las líneas de acción por parte de determinados organismos internacionales, como la OEA y la Unión Europea, y de ciertos gobiernos (Brasil, Venezuela, etc.) hacia el nuevo gobierno de Honduras.

A todos muchas gracias y desde ya la bienvenida a todos sus comentarios.

Atentamente,
Margarita M. Montes

HONDURAS REGRESA A "LA NORMALIDAD"

Margarita M. Montes

Un mes después de la toma de posesión del nuevo Presidente Porfirio Lobo Sosa, vemos a una Honduras que, luego de haber sido sacudida por una severa crisis política interna, regresa a “la normalidad”. Esta, sin embargo, no es una afirmación triunfalista; todo lo contrario. Honduras vuelve al status quo que imperaba antes de toda la conmoción que vivió desde junio de 2009.

En esta nota, me concentraré en los aspectos de política interna más relevantes de los primeros 30 días del nuevo gobierno. En notas separadas, trataré los asuntos de carácter internacional.

A continuación, un análisis de las principales evidencias que denotan que en el país continúan enraizados los vicios del pasado, y que seguimos estancados en el punto de inicio, previo a la crisis política de 2009:

1. Un partido tradicional, con un líder tradicional, toma el poder y actúa como tal: el Partido Nacional, una de las dos instituciones políticas tradicionales del país, y corresponsable, junto con el Partido Liberal, de la actual situación política, social y económica en la que se encuentra Honduras, arrasó en las elecciones de noviembre de 2009, llevando al poder a un candidato de corte tradicional. Porfirio Lobo Sosa es un político criollo de larga carrera, entre cuyos cargos figura el de ex Presidente del Congreso Nacional.

Al igual que sus antecesores, tanto del Partido Nacional, como del Partido Liberal, llega al poder vendiéndole “cambio” al electorado, (“Cambio ya!” fue su slogan de campaña política), pero también, al igual que todos ellos, llega al poder a mantener las actuales estructuras políticas, sociales y económicas intactas en el país. Esas estructuras son las que alimentan y sostienen a toda la clase política hondureña (sin distingo de partido), por lo que no hay motivación alguna en la clase gobernante por cambiarlas. El cambio, por naturaleza, es un adversario político de los partidos tradicionales.

Estas son algunas de las acciones y actitudes del actual Presidente que nos dan señales inequívocas de su apoyo a la perpetuación del status quo:

• Nombramiento de un gabinete lleno de políticos tradicionales, miembros de una clase política desgastada, desprestigiada y aún descalificada por la población durante la pasada crisis. Basta echar un rápido vistazo a los nombres de algunos de los cercanos colaboradores de Lobo Sosa, para descubrir Ministros que repiten en sus carteras, o funcionarios que ya ocuparon otros cargos en anteriores gobiernos y que ahora tienen uno diferente, pero de igual o mayor rango. En otras palabras, la misma gente, las mismas caras, las mismas actitudes. Eso desvirtúa totalmente el sonado slogan de “Cambio ya!” de Pepe Lobo.

• Nombramientos netamente de corte político, sin tomar en cuenta el mérito profesional. El caso más representativo es el nombramiento de una odontóloga como Ministra de Turismo, sector en el que no tiene ninguna experiencia tampoco como empresaria. Este nombramiento viene a engrosar las filas de otras tantas irracionalidades administrativas que tradicionalmente hemos visto en Honduras, tales como arquitectos de Ministros de Relaciones Exteriores; veterinarios de Ministros de Economía y abogados de administradores. Otra enorme contradicción con el slogan de “Cambio ya!”


• El descarado y desvergonzado nepotismo que ha exhibido el Presidente Lobo Sosa, nombrando a su hijo de Gobernador de Olancho; a su hija de Representante de Honduras ante el Banco Centroamericano de Integración Económica –BCIE-y a su sobrino de Cónsul de Honduras en Nueva York. Y eso, a apenas un mes de haber asumido el poder, y de haber asegurado en su discurso de toma de posesión que combatiría la corrupción. Paradójicamente, el nepotismo es una de las formas más pestilentes de corrupción que hemos soportado en Honduras por siglos. Ante esta inescrupulosa conducta de Lobo Sosa, podemos anticipar decisiones en la misma línea a lo largo y ancho de todos los 47 meses que le restan de gobierno. Preguntémonos qué cantidad mensual estará erogando el Estado de Honduras para pagar los salarios de los miembros de una misma familia, es decir, la familia presidencial, incluyendo a la Primera Dama, a quien en este país también se le asigna un salario. Lobo Sosa, dentro de su pregonada doctrina de Humanismo Cristiano, habló del Estado al servicio del ser humano, y no al revés, pero todo indica que ese servicio dependerá del apellido que tenga ese ser humano. Esta es otra prueba más de una inconsistencia con la frase “Cambio ya!”.

2. No hay voluntad política para hacer los cambios que requiere el país: al igual que sus antecesores, Lobo Sosa llega a manejar el mismo caos administrativo en el que hemos vivido. No vemos señales de que el actual Presidente tenga la intención de atacar la causa raíz de los principales problemas que aquejan a Honduras, en su mayoría de carácter estructural, y que se resumen básicamente en la politización de todas nuestras instituciones. Por ejemplo, por lo visto en estos 30 días, podemos anticipar que no habrá una reestructuración del sistema educativo. No se ve por ningún lado un enfoque cualitativo, encaminado a modernizar los contenidos educativos de primaria y secundaria para ponernos a la altura del siglo XXI, y menos aún, se ve alguna posibilidad de mejorar la calidad de los maestros. El gobierno seguirá enfrascado en un enfoque netamente cuantitativo de más escuelas, más profesores, 200 días de clases y más millones de lempiras en pagos al magisterio.

No habrá tampoco una reestructuración del sistema de salud. El gobierno seguirá empantanado tratando de corregir las enormes irracionalidades administrativas para que haya medicinas en los hospitales, pero no tocará nada más allá de eso. No habrá negociación entre el IHSS y el Estado, o entre el IHSS y las Municipalidades del país para que paguen la millonaria deuda que mantienen con esta institución. Tampoco se reestructurará la ENEE: no se eliminará el personal supernumerario; no se combatirá la corrupción; no se cobrará la mora de los abonados de mayor capacidad económica, ni se combatirá el hurto. Mucho menos tendremos una estrategia de mediano y largo plazo para revertir la matriz energética del país, altamente dependiente de los combustibles. Simplemente volveremos a la vieja receta de subir las tarifas, tal como ya lo anunció su nuevo gerente, Roberto Martínez. Y tampoco habrá profesionalización del servicio exterior, adonde los contribuyentes seguiremos pagando becas para parientes y clientes políticos del partido de turno. Estas son todas evidencias de un inexistente “Cambio ya!”.

3. No hay intención de reducir el tamaño del Estado: el nuevo Presidente habló en su discurso de toma de posesión de “austeridad” y de hacerle frente a la “peor crisis económica” en la historia de Honduras. Pero al entrar a Casa Presidencial, creó de inmediato nuevas funciones y hasta nuevos Ministerios. Para el caso, ahora tenemos el Ministerio de Comunicación y Estrategia y el Ministerio de Planificación; tenemos Comisionados Presidenciales para varias zonas del país y nuevas funciones dentro de Casa Presidencial. En uno de sus primeras reuniones de Consejo de Ministros, el Presidente solicitó a todos los encargados de las diferentes carteras, reducir sus gastos en un 20%. De poco servirá si el aumento del gasto público por la creación de nuevos Ministerios y cargos igualará o inclusive superará ese 20%. Otra gran decepción para aquéllos que compraron el “Cambio ya!”.

En síntesis, hoy en Honduras tenemos más de lo mismo. Ahora bien, esto no debe sorprendernos; a fin de cuentas no se pueden esperar cambios de partidos y de políticos tradicionales. Sería esperar hacer limonada con naranjas. Pero si bien estas conductas no sorprenden, sí logran despertar molestia e indignación entre la sociedad hondureña, sobre todo a raíz de los acontecimientos de los últimos meses. No podemos menos que preguntarnos si Lobo Sosa y el grupo que le rodea, aprendieron algo de la crisis política de 2009. Hasta el momento, en el ámbito interno, no se ven señales de tales lecciones, pues persisten las conductas tradicionales en la clase política gobernante, en la que es evidente una enorme brecha entre sus palabras y sus hechos; entre sus promesas de campaña y sus acciones una vez en el poder.

Los políticos no cambiaron con la crisis, pero la pregunta ahora es si cambió la sociedad civil, porque resulta preocupante que, ante la conducta que hemos visto en estos 30 días por parte del nuevo gobierno, la sociedad hondureña está sumida en un silencio cómplice. Tomemos el caso del abierto nepotismo que está practicando este gobierno: los medios de comunicación callan; la Comisión Nacional Anticorrupción no opina ni denuncia nada; la Resistencia no habla de otra cosa que de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente; los “camisas blancas” no han dicho una palabra aún y los partidos políticos opositores no abren fuego, pues están todavía de luna de miel con el nuevo gobierno, disfrutando de la repartición de cargos.

Tal vez es temprano aún, pero más grave que la conducta tradicional de los políticos hondureños, sería que la sociedad haya regresado a la indiferencia que siempre la caracterizó. Queda poco tiempo para que la sociedad civil y las instituciones demuestren que no han perdido el ímpetu que tomaron en la crisis de 2009. Ya no hay mucho tiempo para evitar que todos nos apaguemos y volvamos al profundo letargo del que salimos el 28 de junio. No se puede esperar más para que todos los hondureños sigamos luchando contra la impunidad, la corrupción, el nepotismo, el abuso de autoridad, el chamberismo y tantas cosas más. Nos queda poco tiempo para sacar a Honduras de su nefasta “normalidad”. A esa “normalidad” no podemos ni debemos regresar.